VEAS

Asociación Argentina de Veterinarios Especializados en Animales Silvestres

ZOOLÓGICOS

 

¿Qué deben brindar?

¿Cuál es el mensaje que deben transmitir los Zoológicos?

 

 

¿Qué deben brindar?

 

Los zoológicos o establecimientos con animales, cautivaron desde siempre la atención de las diversas culturas y épocas que matizaron la historia de la humanidad.
Hoy sus funciones ampliaron fronteras. El presente las sostiene en instituciones que deben establecer un andamiaje recreativo, educacional y científico, en pos de la conservación de la naturaleza.
El concepto "conservación" en un zoológico moderno parte del sostenimiento viable del genoma más comprometido de una región y la concientización de sus ciudadanos sobre los avatares de la naturaleza y la relación ambiental y cultural de las especies con sus entornos.
En ellas se debe popularizar la educación ambiental, creando sentimientos de pertenencia hacia la naturaleza nativa y tratando de aportar sus esfuerzos, sobre todo, en la biodiversidad regional  amenazada. Incluso deberían  aumentar las posibilidades reproductivas ex situ, de aquellas especies que por causas antropogénicas, están apoyadas débilmente en la naturaleza.
Para ello, existen tres valores explícitos a considerar: los educativos con todo sus andamiajes, los generados a través del campo de la investigación y por último, la reproducción de especies amenazadas, para luego, en caso de requerirse y ser factible, repoblar zonas donde ya han desaparecido o reforzar poblaciones sobrevivientes en la naturaleza.
El mensaje tridimensional debe ser en función de pregonar la interacción de  organismos y la conservación de sus ecosistemas y no ya considerar a los zoológicos como exclusivas "Arcas de Noé", ya que debemos resaltar a través de la conservación holística el cuidado de la naturaleza en su conjunto y no solamente de las especies individuales. Por lo tanto se debe dejar de utilizar el argumento convencional de "organismos aislados" para propender a la verdadera "interacción de especies" como elementos de conservación de los ecosistemas.
Uno de los preceptos básicos, será mantener viva esta consigna: los zoológicos no deberán abastecerse de poblaciones naturales, salvo honrosas excepciones de manejo de flujo génico.
Reviste escasa importancia exhibir la colección de animales más completa del mundo, si la misma no presenta un objetivo. Las instituciones deben recolectar la mayor cantidad de datos de sus animales, para rescatar la mayor información posible.
No se deben escatimar esfuerzos para propender un digno manejo genético, tratando de limitar la endogamia y utilizar ejemplares, en los planes de cría, con origen geográfico determinado, para evitar "mestizar" el plantel.
Debemos comenzar a estructurar un "Ordenamiento de identidad" viable de acuerdo a las posibilidades de cada institución. No olvidando en este punto, los ambientes regionales.
La temática educativa girará alrededor de crear en la población un sentido de pertenencia hacia la naturaleza nativa, donde valores biológicos, ecológicos y culturales se fundan en un mensaje donde "la información sea un subsistema de la motivación". Además la fauna deberá ser un motivador disparante hacia otras disciplinas: debemos saber contar "historias" a través de nuestros ejemplares. Esto se debe traducir en el hecho de que con una especie de la selva paranaense podamos hablar de los "guaraníes", de Felix de Azara, de Horacio Quiroga; con una especie patagónica hablar del ambiente único, de Charles Darwin, de los Mapuches y de los Berbel como expresión cultural.
Esa es la función soberana de las instituciones que manejen fauna en condiciones controladas y que exhiban su plantel: deben difundir la ciencia y la cultura de la región.
Es fundamental crear un "mensaje institucional".
En todo establecimiento, con manejo de fauna en condiciones controladas, debe haber pautas de investigación propias y se debe admitir la utilización de la colección a instituciones reconocidas.
Se deberán generar  políticas de planes de cría, los cuales se clasificarán en distintas categorías de acuerdo a su compromiso in situ: 1) Nivel dispensable. 2) Nivel necesario. 3) Nivel indispensable, hacia donde los zoológicos deberán canalizar energías si pretenden hablar de verdadera conservación en los años que vienen. Para ello, los planteles deben gozar de una exhaustiva determinación genética.
Se deberían integrar los esfuerzos en la conformación de una "Red regional de conservación ex situ de especies amenazadas". Con el tiempo y si la situación de la especie lo justifica , se  desarrollarán metodologías de rehabilitación para futuras repoblaciones a través de reconstituciones, y/o reintroducciones. Se privilegiará un manejo serio y consensuado para no interferir con poblaciones naturales.
La consigna final será inmarcesible:
 
"habrá que justificar, lo injustificable del cautiverio"

                                                                                                         M.V. Fidel Baschetto

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 ¿Cuál es  el mensaje que deben transmitir  los zoológicos?

      

Es éste el problema de los problemas; aquí se concentra la razón de ser de estas instituciones y el concepto tangible de nuestro destino estelar: la conservación holística.

Si un visitante pasa tres horas por la institución y en ella se entretuvo arrojándole maníes a los monos, renegando con los niños que se les escapan, comiendo un helado   y criticando el tamaño de tal “jaula”, evidentemente estamos en un zoológico que fracasa en su razón de ser.

Se deben arbitrar medidas para que el paso  por un zoológico tenga un contenido armonizado y sea capaz, en medio de todos esos avatares, de impresionar con mensajes que seduzcan al visitante a prestarles atención.

Para ello debemos liberar la imaginación y no caer en metodologías y temas trillados que no logran “despertar” en nuestro amigo que nos visita, la posibilidad de adquirir conductas que lo responsabilicen y lo hagan sentir no solo parte de los problemas ambientales sino protagonista directo de sus potenciales soluciones.

Debemos ingresar por otro costado y es acá donde juega una gran importancia las relaciones existentes entre el hombre y la naturaleza.  Lo intentaremos a través de las distintas culturas, pregonando su aprovechamiento, sus leyendas, la incursión folklórica de la naturaleza a través de las distintas artes, la presencia de la fauna en nuestra historia y tantos otros ejemplos que servirán para comprender la importancia de la “tierra” e imprimirle un sentido de pertenencia especial, que es en definitiva lo que crea sentimientos y ellos excusas para que al final se genere el mensaje de conservar la biodiversidad.       

Esto no debe plantearse como un  acto frío, imperativo y dogmático que lo transforme en obligatorio; sino como un simple hecho transitivo de cuidar lo que les pertenece y así convertir  la obligación -palabra que en muchos casos le hemos perdido el respeto- en convicción. Para ello necesitamos establecer un zoológico preñado de personalidad especial, que sea capaz de parir un carisma trascendental, irradiando su luz y discurriendo su mensaje hacia los sentidos de nuestros  visitantes, despertándoles sus sentimientos más profundos.

Se deben pregonar ejemplos con nuestras más simples de las especies, en donde cada animal autóctono presentará sus características que evidenciarán sus relaciones con el ambiente y con la cultura popular. Podemos tomar como caso nuestra amiga la vizcacha (Lagostomus maximus): la gente conoce más a este animal por su sabor que por ser parte de un ecosistema. Para cambiar esta realidad debemos exhibirlas sabiamente, contar de sus hábitos, sus cuevas con galerías subterráneas y “pasadizos secretos”; sus madrigueras ciegas; su visión nocturna; el plano de autonomía de su cola; su anteojera negra en la cara; sus relaciones amorosas; sus peculiaridades natatorias; las costumbres de llevar todo lo que encuentran a sus “vizcacheras”; los estudios que generó sobre ellas el inmortal Charles Darwin cuando anduvo por “nuestros pagos” en el viaje del Beagle; las historias que don Guillermo Enrique Hudson transcribió en varios de sus libros, cuando contaba por ejemplo que desde arriba de su caballo detenido, un jinete no podía contar menos de 100 vizcacheras en un recorrido por las pampas; las leyendas de  los matacos y tobas; el recurso económico que implicó su uso a distintas comunidades; las incoordinaciones de algunas provincias que mientras en algunas dependencias se acordaban cupos de captura para evitar la caza despiadada por su retroceso numérico, en otras se realizaban campañas de exterminio, ya que se las consideraba “especie plaga”, inclusive proveyendo de productos tóxicos para colocar en las vizcacheras y por último se pueden incluir ¡hasta las historias del “Viejo Vizcacha”! (personaje del Martín Fierro),  para demostrar como están inmersas en la cultura popular las especies de nuestra fauna; decididamente con una de los animales más comunes del país se puede hacer cambiar de parecer a un visitante sobre la fauna autóctona, siempre que se utilice la imaginación y la creatividad.  Leyendo a Don Eduardo Ladislao Holmberg, en la revista que publicaba del Jardín Zoológico de Buenos Aires, en 1893 comentaba: “Durante más de un año llegué a ofrecer hasta diez nacionales por cada vizcacha viva que se trajera para el Zoo ¿Cómo era posible no tener interés en que se hallara representada en el Jardín Zoológico esta especie genuinamente pampeana? Pesa sobre ella una ley de exterminio. Ya vendrá el arrepentimiento”. Definitivamente aquellas personas que “pensaron” los Zoológicos en la Argentina, consagraban su filosofía a la causa y a los valores que intentamos rescatar y transmitir con nuestros mensajes.

 El recurso fauna en definitiva se utilizará como elemento disparador hacia otras disciplinas; es entonces cuando hablando de un animal, podremos profundizar en su ambiente, en las culturas nativas que lo aprovecharon, en los naturalistas de antaño que lo describieron, etc.

Además se debe dejar de utilizar el argumento convencional de “organismos aislados” para propender a la verdadera “interacción de especies” como elementos de un ecosistema.

Luego en caso de requerirse,  se utilizarán los temas tradicionales, tales como: clasificación zoológica, nutrición, comportamiento, reproducción, estatus ecológicos, distribución geográfica, adaptaciones al medio, incluso evolución; pero serán convidados complementarios de aquellos que generen el sentido de pertenencia necesario para “sacudir la conciencia” de los visitantes.

 ... “El zoo es otra de las muchas alternativas entre las cuales el visitante puede elegir cuando desee usar su tiempo de esparcimiento. Esto fuerza al zoo a estresar sus características específicas en el mercado recreacional a fin de dar al potencial visitante una oportunidad de hacer una elección positiva para visitar el zoo. Además, estos, han perdido su monopolio como instituciones en las cuales el público podía familiarizarse con la vida animal”.  ... “El zoo debe apuntar hacia la estimulación del individuo a zambullirse en el mundo de la Naturaleza. La observación de un animal en vivo es una experiencia que se siente. La presencia de un cervatillo no es suplantada por su filmación. La enseñanza del zoo debe orientarse hacia el estímulo en la conservación de los diferentes biotipos” (Van der Bosch, 1990).            

Nuestro pensador contemporáneo Don Ernesto Sábato plantea en, su última obra, “La resistencia”: “Es urgente encarar una educación diferente, enseñar que vivimos en una tierra que debemos cuidar, que dependemos del agua, del aire, de los pájaros y de todos los seres vivientes y que cualquier daño que hagamos a este universo grandioso perjudicará la vida futura y puede llegar a destruirla. ¡Lo que podría ser la enseñanza si en lugar de inyectar una cantidad de informaciones que nunca nadie ha retenido, se la vinculara con la lucha de las especies, con la urgente necesidad de cuidar los mares y los océanos!”. Si esto lo plantea Don Ernesto desde su óptica y en un plano general, particularizando la temática referida a la enseñanza en los Zoológicos, no nos debe quedar duda hacia donde encarar esta tendencia.

Para todo esto debemos embarcarnos en una indiscutible postura, por momentos imperativa: se debe generar una visita agradable al predio en contraposición a un paseo angustiante. Nada lograremos en un zoológico donde nuestros visitantes no se sientan cómodos con sus sentimientos.

Por último y en definitiva, asumiremos enfáticamente, que la información deberá ser un subsistema de la motivación, que es la que diferencia a los zoológicos de la televisión y de otros medios masivos de comunicación actual.

Por lo tanto si un zoológico no motiva será conveniente que revea su posición, se replantee su estrategia educativa y condicione  el mensaje a transmitir al intento de sacudir emociones tratando de generar sentimientos de pertenencia hacia la naturaleza nativa de la región.

                                                                                                    M.V. Fidel Baschetto

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